Desde el Consejo Político de Izquierda Unida de El Viso del Alcor, le pedimos a nuestro compañero Quini Carrera que escribiera y leyera el manifiesto por el Primero de Mayo de 2014. Aquí lo tenéis. Muchas gracias Quini.
Le llaman fiesta y no lo es
El día 1 de mayo se celebra la Fiesta del Trabajo, mejor dicho, de los trabajadores y trabajadoras. Pero... ¿hay trabajo que celebrar?. En nuestro país 1 de cada 4 personas está buscándolo y no lo encuentra. En Andalucía, 1 de cada 2 jóvenes está en paro. ¡Y no digamos nada si encima es mujer!. La juventud española, la mejor formada de toda la historia, la más capacitada, se encuentra viviendo a costa de sus padres, y estos a su vez a costa de la pensión de los suyos. Somos un país que sobrevivimos gracias a la solidaridad entre nosotros y nosotras. ¿Y esto es lo que celebramos?
Desde hace unos años, muchos ya, dicen que España y el mundo se encuentran inmersos en una crisis económica. Pero esto es falso. No todos los países tienen su balanza económica en negativo. Por lo tanto esta situación no es “ley de vida”, sino que la han generado quienes tienen el mundo en sus manos. Esta crisis ha sido orquestada, organizada por quienes tienen el poder, que no son otros que los que tienen en sus manos el capital.
Pero además, dentro de los países que, como España, están en crisis hay unas personas que la soportan, los trabajadores y trabajadoras, y otras que se benefician de ella, que ven aumentar sus ganancias. Incluso dentro de la todopoderosa Alemania los trabajos se están precarizando y el poder adquisitivo de sus pobladores está descendiendo. En estos países que tiran de la economía europea se están poniendo trabas a la mano de obra extranjera. Ya no es tan fácil emigrar en busca de trabajo al Reino Unido o a Suiza, ya no hay garantía de encontrarlo.
Pero el dinero no se pierde, sino que cambia de manos acumulándose cada vez más en algunas, mientras que la mayoría va empobreciéndose. Sí, empobreciéndose. Las necesidades más perentorias como son la alimentación o la vivienda no están cubiertas para muchas personas. Cáritas hizo público un informe recientemente en el que se constataba la pésima situación en la que se encuentran muchísimas familias. Cada vez son más bajos los salarios e incluso cada vez son más los hogares en los que no hay ni un solo miembro que esté trabajando y que pueda aportar algún ingreso, por muy poco que sea. El reparto de alimentos ha pasado a ser la única fuente de productos en muchas familias. Mientras tanto los beneficios de los bancos aumentan; por ejemplo, según las propias informaciones que daba recientemente el Banco Santander, sus beneficios se habían duplicado durante el 2013, y el BBVA aumentó también en un 33 %.
Pero esta situación no ha caído de los cielos, sino que ha sido preparada minuciosamente. Allá por los años 80 tomó cuerpo el neoliberalismo, del que fueron los máximos representantes Thatcher y Reagan. Estas personas se propusieron frenar los avances que estaban dando el Estado del Bienestar y el mundo laboral, para, en su lugar, mejorar el capital. La forma como lo consiguieron fue aumentando el paro. El aumento de la cantidad de personas demandantes de empleo hace que se realicen con unos salarios más bajos.
Esta disminución de los ingresos en las familias llevaba irremediablemente a que no se pudiera gastar con la alegría que se estaba acostumbrado. Pero entonces... si las personas no podían consumir los productos que elaboraban las empresas... ¿cómo iban a seguir ganando dinero? La solución a este dilema fue doble: Por un lado se debía aumentar la exportación; si dentro no hay quien pueda comprar nuestros artículos – se decían-, tendremos que venderlos fuera de nuestras fronteras. Pero para eso tenemos que producir con más calidad y más barato que los demás. O sea, exigir más a los trabajadores y trabajadoras y pagarles menos, bajar sus salarios y hacer el empleo más precario; más facilidad en el despido y contratos con menos garantías. Pero, por otro lado (¡tampoco había que despreciar el mercado interior!) había que dar dinero a los ciudadanos para que pudieran seguir consumiendo. Y pusieron a sus bancos a prestar dinero con mucha facilidad y pocos intereses. De esta manera se enmascaraba la falta de capacidad adquisitiva. En esta red caímos una gran cantidad de ciudadanos y ciudadanas así como muchas empresas.
Pero, ¿qué hicieron con esa gran cantidad de dinero acumulado? No lo empleaban en mejorar la empresa o crear nuevos puestos de trabajo, no. Lo dedicaron a la especulación; los dedicaron al mercado inmobiliario: compraban casas sin necesidad de habitarlas, sino para revenderlas pronto haciéndolas aumentar los precios por la fuerte demanda, no por su valor propiamente dicho. Se generaron así las burbujas, en las que se aumentan los precios de una manera desorbitada, pero carentes de un valor real.
Las escrituras de las hipotecas eran vendidas de unos bancos a otros por paquetes, incluyendo muchas de dudosa posibilidad de cobro. Apareció así la burbuja financiera. En principio creían que solo se trataba de un banco de los Estados Unidos, el Lehman Brothers, pero pronto se percataron de que muchos bancos se habían contaminado por la compra de hipotecas sobrevaloradas, las famosas ’subprimes’.
Ante este panorama en Europa no se tomó la decisión correcta a nuestro parecer, que habría sido el fomentar el crecimiento productivo de los países y regiones más castigados incrementando el valor de la fuerza del trabajo de modo que pudiera devolver la posibilidad de un consumo racional. Sino que se optó por salvar a la banca de forma indirecta. Es decir, se rescataba a los países concediéndoles a los gobiernos grandes sumas de dinero pero con dos condiciones claras: un alto interés, con lo que se endeudaban más y se sometían a las políticas neoliberales, y el imponer la utilización de esos fondos concedidos, que no eran otros que los de reflotar los bancos y hacer que se fueran fusionando para fortalecerlos.
Con todo ello, hoy nos encontramos que estas medidas pensadas lejos de nuestro pueblo, y decididas en el parlamento europeo, allá en Bruselas, tienen repercusiones, nefastas repercusiones, en España, en Andalucía, en El Viso del Alcor y en cada uno de nuestros domicilios, llevándonos a nosotros mismos y a nuestros vecinos y vecinas a unos límites excesivos de indignidad y empobrecimiento. Mientras tanto el gobierno de Rajoy se inclina y acepta estas decisiones, no ya con resignación, sino que aplaude fervorosamente y acepta sus instrucciones como si fuera un castigo divino por las malas gestiones anteriores.
¡Mal pinta el panorama! ¡Y nosotros celebrando el Primero de mayo!
¡Pues claro que sí!. ¡Celebrémoslo!, que no todo está perdido, que hay movimientos sociales y organizaciones políticas y sindicales que luchan por cambiar esta situación, porque otra forma de hacer política es posible, porque todos los políticos no son iguales. Y si no... recordad los recientes hechos protagonizados por Izquierda Unida con la elaboración y promoción de la ley que pone trabas a los desalojos, pero que el gobierno central la ha vetado, con la propuesta de la ley para que a ninguna familia se le corte la luz por impago a causa de la falta de ingresos, con la propuesta de crear un banco público, por el decidido posicionamiento del lado de aquellas personas que son desalojadas...
Próximamente se van a celebrar elecciones al parlamento europeo. Allí hay que llevar gente que defienda los intereses de los trabajadores y las trabajadoras, que haga otra política que favorezca la fuerza del trabajo frente a la del capital. Porque hay soluciones diferentes a las que nos están imponiendo.
Pero esto no es nada, se convierte en pura anécdota si tú, que me estás escuchando no actúas. Porque no hay ningún redentor que, teniendo el poder en sus manos, se deshaga de él depositándolo en la gente del pueblo. Tú tienes que hacerte consciente de la situación, darte cuenta de lo que están haciendo contigo, de que con la unión entre las personas que la sufrimos es posible conseguir arrebatarles ese poder, de que hacer política no es malo, más bien al contrario, es hacerte protagonista de tu presente y tu futuro.
Por todo esto, por una salida social a la crisis, por el empleo digno, alza tu voz conmigo gritando:
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